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En la segunda convocatoria de CINEFOCUS en febrero de 2023, contamos con una película del prestigioso director iraní Asghar Farhadi: Nader y Simin, una separación (2011), película multipremiada en festivales de prestigio como los César, Globos de Oro y los Óscar, donde obtuvo el premio a la mejor película extranjera. En esta ocasión, participó en el cinefórum Janneth Santos, doctora en Comunicación audiovisual y experta en cine iraní. Janneth compartió con los/as asistentes las particularidades del cine iraní y un interesante análisis sobre la estructura de la película.

“Nader y Simim” se mueve entre dos géneros: el melodrama y el thriller, desde un estilo más detectivesco. En su desarrollo hay una sucesión de eventos que van haciéndose más complejos, acercándose a los dramas personales y emocionales que nos interpelan y nos “tocan” a todos/as. No somos receptores pasivos, sino participantes implicados: ya en la primera escena el director nos muestra a Nader y Simin exponiendo frente a un juez (mirando a cámara, es decir, a nosotros/as), sus diferentes posturas acerca de su separación matrimonial, la decisión de Simin de emigrar… y el dilema de con quién de los dos se quedaría su hija, Termeh.

A través de las preguntas que va haciendo el personaje de Termeh, las lagunas del espectador se van llenando. Las dudas que se nos presentan son las mismas de la joven: quiere saber si el padre fue culpable de un suceso (sobre el que pivota la trama de la película), ya que su relato y el de algunos otros personajes, como la cuidadora, contiene “medias verdades”. Igualmente, y de manera más sutil, cuando la trama comienza a centrarse fuera del conflicto matrimonial, es la hija quien vuelve a traer el foco hacia el problema familiar, pidiendo constantemente a sus padres que resuelvan sus diferencias y que le aclaren qué va a pasar con su familia.

Janeth nos aclara que para la cultura iraní los niños son casi sagrados y los mayores, figuras muy respetadas. El director desarrolla la trama de la película entre esos dos extremos, ya que la separación de la pareja afecta no sólo a la hija, sino al padre de Nader, enfermo de Alzheimer, para quien es necesario buscar una cuidadora (se sobreentiende que cuando la pareja convivía, era Simin, la mujer de Nader, quien se encargaba mayoritariamente de los cuidados de su suegro). La estructura dramática nos coloca desde el inicio ante los dilemas emocionales y éticos de los personajes: Simin y su deseo de emigrar para tener un futuro mejor para ella y su hija; Nader dando prioridad a su necesidad de mantenerse junto a su padre enfermo; Termeh, en medio del dilema de sus padres, sobrellevando la incertidumbre y confiando en que finalmente uno de los dos dé un paso para acercarse al otro… Y también, la cuidadora que es contratada para cuidar el padre, que se encuentra en una encrucijada entre sus creencias religiosas conservadoras, su necesidad de hacer una aportación económica a su familia (su marido fue despedido de un anterior trabajo y perdió el juicio al reclamar su dinero…) y su temor a las reacciones de su marido ante su decisión de aceptar este trabajo.

La película deja ver la complejidad e interrelación entre los diversos sistemas, que nos recuerda a la Teoría ecológica de Bronfenbrenner (1987). Ese macrosistema, por un lado el jurídico (con sus fallos y aciertos) y por otro, la religión, forman unas fuerzas que hacen que la trama se vuelva más compleja, ya que los personajes tienden a actuar de una u otra manera debido al peso de la ley Divina y Humana, que son las que los constriñen. Todos los personajes adultos en un momento de la película rompen con su integridad, con su forma habitual de actuar, buscando algo a su favor.

El director con mucha sutileza trata la diversidad y las relaciones de fuerza que se dan dentro de la cultura iraní para que el espectador reflexione sobre la complejidad de la cultura; historicidad, heterogeneidad, dinámica y cambiante y no exenta de contradicciones. La mirada sistémica nos ayuda a comprender cómo todas las acciones y decisiones de los personajes están condicionadas por una interesección de factores como el género, la edad, la clase social, las creencias religiosas, y todo ello dentro del marco de un sistema judicial un tanto arbitrario. Sin duda, la complejidad humana queda retratada en esta historia, donde nos estamos interrogando una y otra vez qué haríamos nosotros/as en el lugar de cada personaje…