CINEFOCUS - Una segunda madre

UNA SEGUNDA MADRE

22 de enero de 2023

Título original: Que Horas Ela Volta? – Brasil – 2015
Duración: 1h 52min
Guión y Dirección: Anna Muylaert
Reparto principal: Regina Casé, Helena Albergaria, Michel Joelsas

IMDb 7,7% Rotten Tomatoes 97%

Precio: 10 euros (pago en efectivo en el cine). Imprescindible reservar plaza previamente enviando un mensaje a info@focusmadrid.com
Lugar: Artistic Metropol. C/ Cigarreras, 6. Madrid. Domingos a las 12:00.
Cómo llegar: Google maps
Inscripción: a través del correo info@focusmadrid.com

Resumen del cineforum, por Lila Benlamri:

Inauguramos CINEFOCUS el 22 de enero de 2023 con la película brasileña “Una segunda madre” de la directora y guionista Anna Muylaert, que obtuvo, entre otros, el Premio del Público en el Festival de Berlín de 2015. Para el cinefórum posterior a la proyección pudimos contar con Marcelo Mendes, psicólogo brasileño que nos aportó algunas ideas fundamentales sobre el contexto en que se rodó el film, y que enriquecieron el análisis sobre las dinámicas relacionales que se establecen en la
película.
La película “Una segunda madre” se rodó en un momento de cambio político (2015). El gobierno de Dilma Rousseff impulsó una la ley que equiparó en derechos a los y las asistentes del hogar con el resto de los trabajadores brasileños y que obligaba al empleador a cotizar ante el llamado Fondo de Garantía de Tiempo de Servicio (FGTS), que antes era opcional. La película relata el trabajo arduo de la empleada de hogar Val, a la que no se ve sentada en ningún momento de la película, hasta la última escena, en que toma un café… después de haber pasado por una transformación que ha puesto su mundo (y el de la familia para la que trabaja) patas arriba.
Otro aspecto a resaltar del momento en que se realiza la película es la reforma educativa bajo el gobierno de Lula Da Silva que amplía y democratiza el acceso a la enseñanza superior, mediante el llamado “Programa Universidad para todos”.
Anteriormente la clase trabajadora no tenía acceso a la universidad pública, que era un privilegio para la clase media alta. La película muestra a Jessica, la hija de la empleada de hogar Val, que aspira a pasar una prueba de acceso a la universidad para estudiar Arquitectura.
La llegada de Jessica en avión a la ciudad de Sao Paulo es otro elemento a tomar en cuenta: el acceso de las personas con menos recursos en viajar en avión y mezclarse con gente rica empieza a ser una realidad en los años en que se grabó la película. Un cambio social importante que la directora Anna Muylaert quiso plasmar.
Durante la película se observa a Jessica y a Carlos (el empleador de Val), visitar el edificio Copan en Sao Paulo, del arquitecto brasileño Oscar Niemeyer, un edificio emblemático situado estratégicamente en el centro de la cuidad y que alberga apartamentos con dimensiones variadas desde los 20 m hasta los 200m. La visita de Jessica junto con el empleador de su madre simboliza la aspiración de Jessica como futura estudiante de Arquitectura y la convivencia entre dos clases sociales claramente definidas, en un espacio compartido, tal como fue la intención del propio Niemeyer.
La película relata los dilemas de la inmigración y el sufrimiento que conlleva; Val deja su pueblo natal en el norte de Brasil, para ir a trabajar como empleada de hogar interna en Sao Paulo. Es el drama de una madre que deja a su hija, Jessica, al cuidado de otros familiares, para cuidar del hijo de otra familia, las dificultades en los vínculos de apego madre-hijo/a en ambos casos (de la empleada, Val, con su hija y de la empleadora, Barbara, con su propio hijo), y el difícil pero transformador encuentro entre Val y su hija después de 13 años sin verse. De hecho, el título original de la película hace referencia a esta incertidumbre de los hijos ante la ausencia de sus madres (en un caso por la emigración y en el otro por dedicarse a su carrera profesional): “¿A qué hora vuelves?”
Resulta muy revelador el uso de los espacios en la película como una metáfora del lugar que le corresponde ocupar a cada cual según su clase social. Por ejemplo, la piscina, símbolo máximo del lujo y confort, está reservada para los dueños de la casa; Val duerme en una pequeña habitación sin apenas espacio para moverse (aunque existe una amplia habitación de invitados que está vacía).
La irrupción de Jessica en la casa de los empleadores de su madre (Val), desestabiliza un sistema que parecía ordenado (homeostasis), donde aparentemente cada cual ocupaba “su lugar”: los empleadores tratando con cordialidad (pero con falta de interés genuino) a Val, y dejando que ésta se ocupase de cuidar a su hijo, y Val asumiendo con naturalidad y sin ningún cuestionamiento el lugar que le correspondía ocupar, al servicio de la familia. La no aceptación de Jessica a unas reglas de clase no escritas, pero normalizadas en la casa, genera un conflicto con su madre y con los patrones. Vemos numerosas escenas en la película en las que la hija, Jessica, se siente con la libertad de ocupar los espacios anteriormente “vetados” implícitamente a su madre, mientras que Val intenta (sin éxito) reprender a su hija por esas conductas “rebeldes”, y volver a ponerla “en su lugar”.
La película nos permite reflexionar también sobre la maternidad, un tema que la película aborda apoyada en la conducta de las dos madres (la empleada y la empleadora); sobre los roles de género, ya que los cuidados siguen recayendo exclusivamente en las mujeres, así como la protección de la estabilidad familiar (es muy reveladora la escena de la piscina, en la que ambas madres recriminan a sus respectivos hijos por haberse “saltado las reglas”); el patriarcado, reflejado en los privilegios de los hombres de la casa en sus relaciones con las mujeres, de las que esperan disponibilidad y satisfacción inmediata de sus necesidades. En definitiva, una interesante intersección entre género, clase social y patriarcado, muy bien hilada en
una película con personajes entrañables y que incluye también buenas dosis de humor.

Reseña de la película, por Claudia Hernández:

«Una segunda madre» (de la directora y guionista Anna Muylaert), es una película brasileña de 2015 que fue nominada y premiada en algunos importantes festivales, como Sundance (Premio especial del Jurado) o la Berlinale (Premio del público y Premio Panorama).

La historia es un retrato urbano de una joven familia paulista burguesa, progre y moderna, y su criada, Val (casi parte de la familia, después de más de una década juntos), que limpia la casa y cuida del niño, y que habita con ellos (cuestión esta bastante común en Latinoamérica, incluso para algunas modestas clases medias). Desde el comienzo vemos el retrato de la interrelación de esos patrones y la empleada, que más allá de su servicio, brinda amor y cariño a la familia y en especial al niño de la casa. Todo parece funcionar, hay buen rollo, mientras los roles sigan ejecutándose dentro de las líneas de lo establecido.

Como en muchas narraciones, siempre hay un tercer personaje que viene a poner patas arriba el mundo «ordenado» de una pareja o un grupo. Poco a poco, pareciera que el foco narrativo se abre, para trascender a esa primera narración y otorgarle más densidad y relieve. Uno de los grandes logros de la película, es su sobriedad narrativa, no hay estruendo, no hay denuncia panfletaria de lucha de clases, simplemente, va dando pinceladas sutiles que nos van revelando más claramente este retrato social.

El velo se va destapando y vemos que Val, que en un principio observamos que es tratada casi como una igual en la familia, no puede bañarse en la piscina (verdadero símbolo limítrofe de la inclusión-exclusión), que duerme en un cuartucho dentro de la gran casa, que no puede comer sus helados (tiene que comer los de la marca blanca, los baratos), que come aparte, que a nadie le interesa mucho si tiene familia y algo parecido a una vida más allá de la servidumbre, que tiene que usar cofia y uniforme de mucama para servir los aperitivos en las fiestas, pero lo más interesante es que Val entiende todo ello como natural, que así es el orden de cosas y que parece funcionar.

Así, nos enteramos, de repente, que Val, la empleada, tiene una hija (que ha tenido casi que abandonar para internarse a trabajar en casa de esta familia), y que la hija quiere ir a la ciudad donde vive la madre para presentar un examen de ingreso a la universidad. Resulta revelador el momento en que la empleada le pide a la señora de la casa que su hija pueda quedarse con ellos mientras hace los exámenes; y claro, la patrona se queda asombrada al principio, porque casi olvidaba que Val tenía una hija. Como es muy progre y agradecida con su empleada, le dice que sí, que por supuesto, que faltaría más… y ahí es cuando entra ese tercer personaje, que empieza a cuestionarse las reglas de ese orden y esas jerarquías… como apunté antes, la directora maneja con gran talento la narración, y casi esperamos que todo estalle… pero quizá no…

Brazil tiene una potente industria cinematográfica, con una gran escuela detrás, por lo que cuenta con grandes actores. Y sin duda, madre (Regina Casé) e hija (Camila Márdila) ofrecen un papel convincente, que logra tocar profundamente y con gran frescura al espectador. La madre representa la actitud servil que acata las jerarquías como leyes. La hija, que ha estudiado y aspira a entrar a la universidad, representa esa inconformidad con esas jerarquías y se plantea las relaciones de manera más horizontal, es decir, desde la igualdad… Sin duda el personaje de Jessica, la joven hija, es fabuloso. Muylaert se cuida de no caer en el tópico de la chica sexy de barrio, pero sin duda, todos caemos fascinados a los pies de Jessica cuando nos acercamos a su potente personaje: segura de sí misma, defiende sus ideas, y a la vez tiene una voluntad asombrosa.

Muylaert da visibilidad a estas cuidadoras que suelen abandonar sus propios hijos para sobrevivir y cuidar así los hijos de las mujeres exitosas. Cabe mencionar que la entonces presidenta de Brazil, Dilma Rousseff, dictó una ley que prohibía a las empleadas domésticas vivir en casa de los patrones (lo que conllevaba a realmente no tener horarios establecidos, ni días feriados legalmente estipulados; estaban a disposición todo el tiempo) y ha recibir un salario regulado.

La película escapa del estruendo, no vemos el estallido como una bomba, pero hay estallido, todo se trastoca, e incluso, puede haber algo parecido a los finales felices; aquellos en los que sus personajes se permiten decidir y escoger un camino. Sin duda, una de las mejores películas que he podido disfrutar de este año. No se la pierdan.

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