¿Cuándo realizar una terapia de familia?
Cuando hay dificultades en las relaciones familiares, entre padres e hijos/as o entre hermanos/as, en cualquier momento de la vida: en la infancia, en la adolescencia, cuando los/as hijos/as se van de casa, o posteriormente en la vida adulta o cuando los padres son ancianos.
Cuando los padres o persona(s) a cargo de los hijos e hijas desean implicarse activamente en la superación de dificultades comunes en la infancia y adolescencia: el desarrollo afectivo del niño/a, adaptación al colegio y rendimiento escolar, relaciones entre iguales, problemas de comportamiento, hábitos y normas en el hogar, vínculo con los padres, celos o rivalidad entre hermanos/as, inseguridades, ansiedad, miedos, fobia social, conductas de riesgo en la adolescencia, rebeldía, clima familiar de enfrentamiento y tensión, etc.
Cuando los padres no logran funcionar como equipo en la educación o la relación con sus hijos/as, y esto acaba influyendo negativamente en el clima de relación familiar.
Cuando los/as hijos/as tienen dificultades a la hora de independizarse de una forma sana y desarrollar su propio proyecto de vida, debido a un sentimiento extremo de “lealtad” familiar, inseguridades, comportamientos problemáticos o inmaduros, excesiva dependencia y/o conflicto en el vínculo con los padres, o problemas de éstos que directa o indirectamente se reflejan o recaen en los/as hijos/as.
La terapia familiar se basa en la premisa de que la familia constituye un sistema de poderosos vínculos, valores, mitos, acontecimientos pasados, historias compartidas, expectativas, emociones, estilos de relación, etc., que influyen en cada uno de sus miembros. Los sistemas familiares necesitan mantener una estabilidad y a la vez ser capaces de ir adaptándose a lo largo del tiempo a cambios y crisis diversas y a los distintos momentos del ciclo vital. Cuando la evolución del sistema se ve dificultada por alguna razón, o hay problemas que afectan a uno de los miembros o al conjunto de las relaciones, la colaboración de toda la familia en la terapia es el impulso más poderoso y eficaz para el cambio. La terapia sirve para apoyar a la familia a la hora de afianzar sus vínculos afectivos, desarrollar nuevas formas de apoyo mutuo y de ayuda por parte de los padres al desarrollo de sus hijos/as, fomentar un sentimiento de conexión a la vez que se respeta la individualidad, hacer frente a crisis externas o internas a la familia y crear juntos una visión compartida de su relación.